Cuando la vida te de limones haz limonada

Hay días en la vida en que parece que sé quien soy, donde estoy, y a donde voy, y hay otros en los que me siento totalmente clueless.
Así que hoy día doy gracias por lo poco que se y lo mucho que me falta por recorrer. Tantas disculpas por pedir, tanta gente por amar, tanta ropa por comprar, tanto tinte por usar.
La vida son momentos de felicidad e infelicidad, de aciertos y errores, pero sobre todo de arriesgar e intentar cambiar, evolucionar día tras día, pues cuando no haya cambio alguno en mí seguramente será porque estoy muerto y nadie me ha avisado.
A veces creo que estoy persiguiendo la felicidad pero la hija deputa es mucho más rápida que yo, y cuando parece que ya la voy a alcanzar o es más que ya la he alcanzado ¡zaz! No es así. Pero la felicidad no se alcanza, se vive, se goza, y se pierde momento a momento día tras día. Ya no es esperar a que el príncipe azul venga con la zapatilla de cristal que perdí la noche anterior o que la bestia se transforme en un apuesto príncipe o que algún otro de tantos príncipes que abunda me rescate de todos mis problemas y vivamos por siempre felices.
Ahora se trata de ver un camino interminable en el que se puede aparecer un sapo o Scherk o caperucita roja o el lobo trasvesti, perdón feroz, y que yo tengo que estar bien y en paz conmigo mismo para poder dar y recibir sin importar que personaje del cuento es el que me haya atrapado o que tanto dure el por siempre jamás. Tengo que liberarme y ver que el sapo también es lindo y la felicidad no la da ni un castillo, ni un caballo último modelo, ni unos ojos azules ni una sonrisa de te voy a quitar hasta el último peso que tienes, ni unas mallas entalladas… bueno esas si. La felicidad no necesariamente se consigue con el protagonista del cuento, a veces lo más interesantes son los personajes secundarios que parece yo no pelo.
Solo espero poder tomar riesgo y poder enfrentar las dificultades que estos conllevan.